Amamos las excusas
Excusas y mas excusas
Una excusa es una razón lógica para NO hacer las cosas. Coloquialmente lo conocemos como pretexto y lo utilizamos para evitar cumplir con algunas obligaciones o justificar el no haberlas ejecutado o justificar una omisión.
A nadie le gusta recibir excusas, sin embargo, todos en algún momento las hemos utilizado. Basta con revisar algunos ejemplos de nuestra vida cotidiana; recordemos cuando justificamos nuestra falta de buenos resultados en cualquier materia de la escuela o cuando decimos empezar la dieta y por cualquier excusa no lo logramos cumplir. Desde pequeños hemos aprendido que las excusas parecen menguar la situación en la que estemos.
Si bien es cierto que a todos nos pudre el hígado recibir una excusa, casi obligamos a nuestros hijos, colaboradores, proveedores incluso a nosotros mismos, a ofrecernos y utilizar éstas. Cuando nuestra expectativa respecto a algo no coincide con la respuesta de la otra persona en cuanto a resultados, se genera una gran molestia e incomodidad al no recibir lo que esperábamos recibir. El punto es que este sentimiento de inadecuación busca ser menguado y casi en automático preguntamos ¿Por qué?
Pareciera ser que con una razón suficientemente lógica para que la otra persona o nosotros mismos no hayan cumplido, nuestro sentimiento de disgusto se vería disminuido ante la luz de la consciencia. Una buena excusa puede justificar claramente la situación y hasta hacernos pensar “por supuesto, en esa circunstancia yo tampoco podría haber cumplido”.
¿Conoces a alguien o te ha pasado que decides empezar la dieta tal día y no lo consigues?, un sinfín de excusas empiezan a adueñarse de nosotros y todas ellas se encaminan a un mismo fin: ser un obstáculo para cumplir con lo propuesto y generar resultados.
Ya sea con supervisión de un profesional o por nuestra parte, todos hemos dicho -el lunes empiezo con la dieta-, y esto por razones como estar listos para usar el vestido en la fiesta esperada, la boda de la hija o simplemente por salud. Pero llega el esperado lunes, claro después de un fin de semana de comer sin medida para aprovechar que es el último; y te encuentras con que en el refrigerador no hay nada más que, lo que habitualmente acostumbras comer, es entonces cuando dices: -tendré que ir al supermercado por la comida señalada de dieta y ya mañana empiezo con ella-.
Con una gran lista de productos por comprar, te dispones a surtirla para así no tener ninguna excusa más y poder comenzar a cumplir con tu dieta.
Ahora si no hay pretexto, tienes todos los recursos listos para comenzar. Llega el día martes y te despiertas con la sorpresa de que hoy no podrás comer en casa. El restaurante que ha elegido tu cliente para la cita, resulta que no tiene nada que puedas comer de dieta, por lo que de nuevo viene esa frase a ti –seguro mañana miércoles, ahora si empiezo mi dieta, de todas formas no dependió de mí-. Y aprovechas la ocasión para seguir teniendo una despedida con la comida.
Es miércoles y por fin te dispones a comer unas ricas, nutritivas y saludables claras de huevo, acompañadas de un plato de frutas de la estación; más tarde verduras al vapor con carne asada y logras evitar ese rico chocolate de postre. Acabas tu día orgulloso de que únicamente un té y un sándwich en pan integral te acompañan a la cama.
Así transcurres los siguientes días de la semana, hasta el domingo que es cumpleaños del hijo y cómo no festejar con él con una rebanada de pastel y uno que otro dulce de la fiesta que tanto han esperado. Es un evento importante y de igual forma mañana es lunes y ahora sí empezarás con la dieta…
Recuerda que una excusa es una razón lógica para no hacer las cosas, efectivamente resulta lógico que si no pudiste comer en casa, no tenías comida especial de dieta, o se te atravesó un evento importante, no podías comenzar con tu dieta; es lógico pero no deja de ser mediocre. El punto es sencillo, sea cual sea la excusa, sea verdadera o mentira, sea creativa, muy lógica o elaborada ¡sea lo que sea! hay una sola realidad: la dieta no se empezó el día establecido.
Quien pone una excusa o se pone una excusa, cree que adelgazara el problema cuando en verdad lo agrava. La lógica parece jugar un papel en contra del incumplido.
Seguro estimado lector, alcanzas a copiar el fondo del mensaje. Con 3 padres nuestros el asesino no revive a su muerto –diría Arjona- el mal está hecho y encima de ello tengo que tragarme una excusa.
Por último y para cerrar con un matiz proactivo, quiero que visualices la carrera y condición de las primeras tres personas que consideres exitosas en tu entorno, ahora trata de recordar la última vez que les escuchaste poner una excusa o tratar de justificarse de forma alguna. ¿Difícil verdad? y es que debo repetir la sentencia: “vivimos y crecemos gracias a los problemas que logramos resolver, no a los que logramos justificar”. La gente exitosa en cualquier ámbito sea en lo familiar, en lo físico, en la salud o en lo profesional; acumula consecuencia positivas, justo porque soluciona más problemas de los que justifica. Te invito a dejar a un lado las excusas y comiences a generar resultados en tu vida.
¡Piensa reflexiona y actúa!
Helios Herrera